Puede
que Florentino Fernández tuviese gracia allá por el paleolítico, cuando Krispin
Klander o El Informal, pero últimamente sus programas son algo así como que te
cuenten el mismo chiste por tercera o cuarta vez. Dentro de su inexorable caída
en picado, merece capítulo aparte su ultima obra, “Así nos va”, con la que más
que tocar fondo, parece estar excavando en el mismo frenéticamente con una pala.
A Fernández y tropa les ha colocado Antena 3 en la Sexta, a ver si rascan algo
de audiencia con humor de sobremesa tras el fiasco de “Alguien tenía que
decirlo”. Es evidente que los directivos no se han dado cuenta de las razones
por las que fracasó aquel programa, en primer lugar porque frivolizar con temas
tan dramáticos como los deshaucios, los recortes, o la corrupción, no tiene ni
puta gracia, y en segundo, porque Flo tiene la misma credibilidad tratando de
poner en marcha un programa de humor reivindicativo como la que tendría Aznar
cantando puño en alto la Internacional.
El
decorado se pretende de cartón piedra, fiel reflejo, aunque involuntario, del
simulacro de humor del que hace gala mediante chistes del nivelazo, atención,
de “la situación del país es tan mala que ya la llaman Higuain”, cuando no de
perlas directamente xenófobas como “el cubano estaba tan emocionado que parecía
que en lugar del Goya le hubieran concedido la ciudadanía española”. Ignoro si
los guionistas del programa fueron los mismos que le escribieron los forzados y cargantes monólogos
a Eva Hache para la ceremonia de los Goya, aunque visto lo visto, no me
extrañaría.
Tras
la presentación, continuaba el reportaje llevado a cabo por una rubiaca a la
que nada más verla quedaba claro que
había sido seleccionada por su facilidad de palabra y capacidad de dicción.
Mala de cojones, aunque que más da si sirve para arrastrar frente a la pantalla
al sector pajillero de la audiencia, que aquí se va a lo que se va. De todas
maneras, si esa era la intención, su presencia resulta redundante, ya que para
mantener enganchado a ese segmento del público, ya bastaba con los escotazos de
Anna Simón (¿los lucirá por contrato?).
Remontó
un poco el vuelo, aunque tampoco mucho, la presencia de Sergi Más, histórico
del humor en TV3, el cual uno no se explica muy bien como ha decidido
participar en semejante engendro. Pero la guinda ya vino con el reportero
alemán, el cual nos iluminó dejándonos claro que los parados no tienen derecho
más que ir de la oficina del paro a casa, a hacer acto de arrepentimiento,
penitencia, y constricción por no estar levantando España (por vagos, se
sobreentiende), y de ningún modo tienen derecho a disfrutar de una caña en un
bar. Más allá de la falta de respeto que esto supone para cerca de seis millones de personas en este país, el intento de ridiculizar la visión que el país extranjero líder de
Europa (que tampoco es que me caiga especialmente bien, pero las cosas como
son) pueda o no tener de nosotros responde a una intención muy poco disimulada
de culpar el “enemigo extranjero” de los males interiores, muy utilizada por
gobiernos fascistas para descargarse de responsabilidades (¿se acuerdan los más
mayores de la clase de “la pérfida Albión”?), y también llevada a cabo, sin
remontarnos tan lejos en el tiempo, por el último anuncio navideño de
Campofrío. Después, un presunto reportaje transgresor desde el interior de la
gala de los Goya, donde la radical transgresión por parte de los guapísimos y repeinados reporteros consistía, agárrense, en haber
pegado un chicle al la base de un micro que captaron las cámaras durante la
emisión de la gala. ¿Les propondrá la dirección del programa para el premio
Ortega y Gasset de periodismo? Sobre el insípido y fugaz debate que cerraba el
programa ya no vale la pena ni comentar.
En
definitiva, deberían haber aprendido los
directivos de Antena 3 o la Sexta que para realizar un programa de humor que
goce de un medianamente relativo éxito no basta con coger algunos rostros
conocidos y repetir topicazos y clichés más bien rancios y casposos, que de sobados ya cansan a unos
espectadores cada vez menos proclives a tragarse lo que les echen. Por lo menos, sin reflexionar de forma crítica sobre lo que están viendo, ya que, por mucha promoción con la que inunden la cadena, puede que al fin y al cabo la gente no se atan idiota como parecen creer, señores directivos. Tal vez, en
televisión, puede que no sea una buena política de empresa insultar la
inteligencia del espectador, si no quieren que el programa se acabe hundiendo
(lo más probable, si aún queda algo de justicia en este mundo), y tengan que
acabar entonando una y otra vez, cual plañidera en funeral, el nombre del
programa.
Nunca me gustó Florentino. Lo único que supo hacer fue plagiar a Chiquito de La Calzada. Nada más. Deplorable.
ResponderEliminarTu forma de escribir, de exponer las ideas, tan lúcida y de corrida, salpicada de coherencia y cultura técnica me recuerda a un tal "Héctor" de seudónimo. No el Héctor hipertrofiado que aparecía en un programa casposo cuyo mérito y función básica era hacer lucir sus músculos y decir "Yo soy Héctor"(cosa que me ha recordado este artículo), sino otro más hipertróficoa a nivel intelectual, con el que compartí un curso de escritura creativa hace como una década en la escuela de escritores de Madrid, a la cual tuve el privilegio de asistir de forma electrónica, ya que soy de Alicante. Ha sido un placer leerte, y si fueras él, de nuevo; seguiré con interés tu blog. A más ver. NR.
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