martes, 26 de febrero de 2013

¿Homenajes? (Parte II)


Homenajes. Según la definición del diccionario la RAE, “Acto o serie de actos que se celebran en honor de alguien o de algo”. Según la definición del diccionario del showbusiness musical del Siglo XXI, todavía no escrito, “Acto de ser pillado plagiando descaradamente, pero siendo por fortuna encubierto por voceros a sueldo”. Y ese es el problema: el total desvirtuamiento del significado original de una palabra de connotaciones positivas, a base de sobreexponerla para encubrir una práctica bastante poco honesta.

Se suelen dar, salvando multitud de variantes, dos casos fundamentales: En primer lugar, tenemos a un grupo que está empezando. Son jóvenes, guapos, quedan de puta madre en las fotos y vídeos promocionales, y no suelen maltratar demasiado sus instrumentos. Incluso el guitarrista muestra tanto cierta habilidad como una notable capacidad creativa. Así que después de hacer sonar una maqueta con algo de éxito en emisoras independientes, y demostrar pericia en el escenario, su primer contrato discográfico independiente les permite realizar una pequeña gira por salas de mediano aforo, hasta que ¡Ale Hop!, los astros se conjuntan, y se produce el milagro al alcance de tan solo unos cuantos elegidos: firman con una GRANDE. Poco después, al grupo se le hace saber que su estilo tal vez no concuerde demasiado con los gustos imperantes en las radiofórmulas, así que una vez el guitarrista haya sido domesticado o directamente expulsado del grupo bajo cualquier pretexto, nos proponemos de cabeza a componer el álbum siguiendo concienzudos y minuciosos estudios de marketing. A algún espabilado de la discográfica se le ocurre comprar los derechos de algún tema clásico que no esté muy quemado, versionarlo, y a irrumpir con fuerza en las listas de ventas. Pero puede darse que justo en la misma habitación haya otro espabilado que, tras aspirarse la moquita (o lo que sea), retruca: “¿Y porque coño no vamos fusilando de aquí y de allí, y así exprimimos el disco entero a  tuttti plen?. Luego, para que no cante demasiado, lo maquillamos en la información promocional, y asunto arreglado, solo queda ver llover los petrodólares”. Dar ejemplos sobre esta modalidad resultaría tan interminable como desagradable, aparte de que seguro que tú, ya tienes a alguien en la cabeza en el momento de leer estas líneas. Y sí, ese grupo del que tienes todos los discos y has ido a todos los conciertos cada vez que se han dejado caer por tu ciudad, seguramente también picaron. C’est la vie…

El segundo caso nos sitúa en las antípodas de la historia del grupo, más bien en el ocaso. El grupo ya hace tiempo que llegó a la cima, y la época en que saboreaba las mieles del éxito, copaba portadas y colgaba el cartel de “No hay entradas” noche sí, noche también, ya empieza a resultar preocupantemente lejanas. Las nuevas generaciones de grupos aborrecen de ellos, han cambiado estadios y plazas de toros por salas de mediano y pequeño aforo, again, y seguramente varios de sus miembros son adictos al alcohol y a la cocaína o están inmersos en costosos procesos de divorcio. Así que como las clínicas de desintoxicación y las pensiones a exmujer e hijos cuestan pasta, hay que volver a despuntar. Como sea. Y entonces, querido amigos, dado que cualquier atisbo de creatividad desapareció ya hace tiempo,  es cuando la banda vuelve a acabar encerrada en una habitación con algunos espabilados de la discográfica sospechosamente parecidos a los del caso anterior (si no los mismos) y con exactamente las mismas ideas. Supongo que el resto ya os lo imagináis. Además, en esta ocasión se cuenta con la ventaja de que a lo largo de su carrera puede que el grupo haya tejido una red de colegueo entre periodistas especializados poco escrupulosos que pueden ayudar a hacer vendible el engendro, en caso de que la discográfica no disponga de mucha pasta para anuncios promocionales a cambio de buenas críticas, lo cual resulta más o menos lógico en los tiempos que corren. Eso siempre y cuando la banda no se hubiese dedicado a olvidarse y menospreciar, una vez alcanzada la cima, a aquel sector de la prensa que les hubiera ayudado a conseguir su objetivo, en cuyo caso dichos periodistas esperan afilando cuchillos, katanas, y demás armas blancas, a que se edite el nuevo álbum. Arrieros son.

Continuará...




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