El otro día vino al cementerio un
estudiante de ciencias políticas a visitar a su abuela, fallecida recientemente
por el Síndrome de
Gerstmann-Sträussler-Scheinker, y al guardarse el tabaco y el papel de fumar se
le cayó de la cartera un libro, de cuya perdida no se dio cuenta ni en el acto,
ni después de partir. Una vez desaparecido, tuve que abalanzarme rápidamente
sobre la presa, anticipándome por centímetros al Señor Emeterio, en vida
bibliotecario jefe de la Biblioteca Municipal de Calasparra. Por la mirada que me echó, supe que iba a
tener problemas cuando fuese a su tumba a devolver mis ejemplares de “Los
Carteros rurales griegos y sus números de amortización” y “La población y otros
problemas”, de los cuales ya llevaba considerable retraso. Ya en el nicho,
disfruté sobremanera de mi adquisición, “No pienses en un elefante”, de George
Lakoff, padre de la Lingüística
Cognitiva, y al no contarse este género entre mis lecturas habituales y no
hallarme yo por tanto muy versado en la materia, quedé gratamente sorprendido.
Lakoff se centra en esta obra, publicada en 2004, en las claves y objetivos del lenguaje
político del partido republicano norteamericano en momentos anteriores a la
última guerra de Irak. La sorpresa vino cuando, por lo que he escuchado en las
conversaciones de los visitantes, y por lo que he leído a escondidas del
periódico en la caseta del guardia, es notable como el actual equipo de
gobierno español está aplicando punto por punto todas las estrategias
ideológicas, estratégicas y mediáticas de los neoconservadores norteamericanos
de la era Bush. El autor, fiel a la primera regla de “El arte de la guerra” de Sun
Tzu, “Conoce a tu enemigo”, se mete en la piel de los conservadores para
comprender sus posturas acerca de temas como la sanidad, la educación, la ley
del aborto, o el matrimonio homosexual. Sin embargo, el verdadero concepto a
destacar es el de los marcos conceptuales discursivos. Es más sencillo de lo
que parece, y seguro que os suena: Se elige una idea que convenga a tus intereses
y represente tus valores, tenga fundamentos reales o no, y se machaca una y
otra vez a través de medios de comunicación afines hasta que arraigue de forma
eficaz e irremediable en el subconsciente del ciudadano no crítico. Es tan
simple que parece de Perogrullo. En cuanto la idea ha calado, el que coincida
con los hechos o no es algo que resulta irrelevante, es más si los hechos no
coinciden, estos serán desestimados a favor del marco. Pongamos un ejemplo
sencillo. Todos habéis visto, leído y escuchado a los actuales responsables del
gobierno que los últimos recortes en el estado del bienestar son
imprescindibles y no hay alternativa. Evidentemente, cualquier persona medio
avispada sabrá que esto no es cierto, ya que en lugar de recortar en educación,
sanidad, o servicios sociales, podrían plantearse otros recortes como en gasto
militar, financiación de la iglesia, financiación de la casa real, o en
privilegios económicos de la clase política. Sin embargo, hay un problema de
fondo cuando se plantean respuestas de este tipo, y el problema reside,
precisamente, en que se trata de una respuesta. No es una propuesta activa,
como si lo es el planteamiento de un marco conceptual discursivo, sino que es
una acción reactiva. En otras palabras, que tienes que responder a lo que otros
han planteado, entras en su juego, y vas a remolque.
En los últimos tiempos, da la sensación de que la
izquierda española, fragmentada (no como el Partido Popular, que ha sabido
aglutinar a la gran mayoría de los sectores de derecha) y desorientada, va a
remolque. Están demasiado ocupados respondiendo a las acciones y ataques
constantes por parte de una derecha que bombardea continuamente desde los
medios de comunicación (que también controlan en su mayor parte), como para
plantear marcos conceptúales propios que puedan calar en sectores sociales
afines. Pero desde los pocos medios de comunicación mayoritarios que todavía le
queda a la izquierda, todavía se puede reaccionar. Otro ejemplo sencillo. En
este país hay gente monárquica, y hay gente que no, así que ¿Por qué no lanzar
la idea de que la familia real se sustente tan solo con una parte proporcional
de la declaración de la renta de la gente que decida apoyarla, tal y como se
financia la iglesia? Con una casillita en la declaración, y tal. Primero se
extiende la idea por blogs, redes sociales (ahí es donde patina la derecha, ya
que la gran mayoría de la gente que participa en ellas n o es afín, escapa a su
control, y ellos lo saben), de ahí a recogidas de firmas en plataformas como Change.Org,
y de ahí a medios de comunicación afines cada vez más visibles. Hay que
machacar con la idea una y otra vez. En primer lugar, la derecha la ignorará,
después se reirá de ella, pero a medida que la idea vaya calando y ganando
adeptos, se dedicarán a atacarla furiosamente desde sus medios de comunicación,
porque estarán muy cabreados al haberse invertido la tendencia, ya que serán
ellos quienes estén respondiendo y entrando en un juego que no les interesa.
Entonces, sin darles tiempo a reaccionar, se ataca con otros marcos
conceptuales acerca de varios temas que les puedan hacer daño y sacarles de su
terreno.
Para ganar posiciones, la izquierda no solo necesita
adoptar una estrategia activa en lugar de reactiva, sino asumir y definir su
papel en la guerra ideológica que el PP se encarga continuamente de fomentar y
llevar a su terreno. La razón por la que la derecha consigue tantos votos entre
la clase trabajadora se basa no en unas medidas políticas que van en muchas
ocasiones en contra, sino en presentarse como los únicos defensores de unos
valores tradicionales. La gente no vota unos programas, sino unos valores. Eso
es algo que la izquierda parece olvidar, y la derecha no pierde la menor
oportunidad de su usar a su favor. Veamos un reciente ejemplo práctico: durante el día de hoy, Juan Ignacio Zoido, alcalde de
Sevilla (PP), ha criticado el siguiente anuncio de la estupenda revista de humor Mongolia, por
“ofender el sentimiento de los sevillanos”.
Evidentemente, cualquiera con medio cerebro se da
cuenta de que los chicos de Mongolia no han pretendido en absoluto atacar el
sentimiento religioso de nadie. Estoy seguro de que si lo hicieran, serían
bastante más bestias, y no quedaría duda alguna. Y estoy seguro de que el señor
Zoidberg, perdón, Zoido, también lo sabe. Sin embargo, con ello el primer edil
presenta a su partido como único defensor de los fieles católicos ante una
ofensa inexistente, además, le viene de perlas para no salir hablando de
sanidad, desempleo, corrupción, y esos otros temas tan desagradables para la
gente de su partido, y sobre todo, ha creado un conflicto donde no lo había. Mediante
este conflicto, ya ha puesto a su favor a las Hermandades de Semana Santa de
Sevilla, aun cuando algunos de sus componentes estén en paro o en riesgo de estarlo
a raiz de la política del gobierno en el cual milita el señor Zoido. Así es
como funciona la estrategia de polarización social de la derecha.
Así pues a la izquierda debería espabilar, generar
ideas novedosas y prácticas que conecten con el ciudadano, tener claros que
valores defender y como hacerlo, no caer
en tácticas de desunión, y no entrar en juegos planteados de forma tramposa y
en el que están abocados al fracaso. Dentro de poco son las elecciones a
Presidente del Cementerio, y estoy recibiendo presiones de partidos como
“ Necrofilia Frígida” o “Putrefacción Vegana” para encabezar sus listas. A
la espera de que decisión tomar, os recomiendo leer este libro, que podéis
pillar fácilmente en bibliotecas públicas, del cual me despido con el siguiente
extracto:
“El ala derecha ha
utilizado durante mucho tiempo la estrategia de repetir frases que evocan sus
marcos y que definen las cuestiones importantes a su manera. Tal repetición
consigue que su lenguaje parezca normal, que el lenguaje cotidiano y sus marcos
parezcan normales, modos cotidianos de pensar acerca de las cuestiones
importantes. Los periodistas tienen la obligación de enterarse cuando intentan
llevárselos a su terreno y deberían negarse a seguir ese camino. Los
periodistas tienen la obligación de no aceptar esta situación y de no utilizar
sin más aquellos marcos del ala derecha que han llegado a parecer naturales. Y
los periodistas tienen la obligación especial de estudiar el enmarcado y de
aprender a través de marcos motivados políticamente, incluso cuando esos marcos
han llegado a ser aceptados como algo cotidiano y como un lugar común.”
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