viernes, 4 de enero de 2013

Mirar hacia otro lado

"Primero vinieron a buscar a los comunistas, y yo no hablé porque no era comunista. Después vinieron por los socialistas y los sindicalistas, y yo no hablé porque no era lo uno ni lo otro. Después vinieron por los judíos, y yo no hablé porque no era judío. Después vinieron por mí, y para ese momento ya no quedaba nadie que pudiera hablar por mí"
Bertolt Bretcht, dramaturgo y poeta alemán  (1898-1956).


Ignoro si Germán Valenzuela, gerente de la mítica sala Black Note Club de Valencia, ha leído o no a Bertolt Bretch. La Sala ha saltado en los últimos días a los medios en cuanto estos se han hecho eco del concierto que va a celebrar allí el grupo neonazi italiano Killer Sorpresa el próximo 11 de Enero. Tal y como resaltan los medios, este hecho resulta especialmente contradictorio si tenemos en cuenta que la Sala ha contado históricamente con una extensa programación dedicada a la música de raíces afroamericanas en todas sus vertientes. Como era de esperar, las redes sociales han ardido con airadas protestas, aunque más allá del monumental patinazo (hay fuentes dentro del circuito musical que aseguran que a Germán se la han metido doblada ya que en ningún momento supo a quién realmente estaba alquilando la sala), llama la atención la actitud del gerente, que lejos de reconocer su error, lo cual le hubiera honrado, se negó en un primer momento a cancelar la actuación, utilizando argumentos como (atención) "yo vendo copas y pongo músicos, yo soy apolítico", o "como aquí no tenemos Belén Esteban  les ha dado por meterse con nosotros, en lugar de hablar de Bankia o de otras cosas más importantes". Os aseguro que, en ambos casos, he citado textualmente.

Tan solo la comprensible presión en las redes sociales, con amenazas de boicot incluidas, denuncias presentadas a la fiscalía por parte de grupos políticos y asociaciones contra la intolerancia, y, sobre todo, el anuncio de cancelación de varios grupos musicales de sus próximos conciertos en el local, están forzando a Germán a reconsiderar su decisión. El que estás líneas suscribe, malpensado por naturaleza, se pregunta en que puede haber detrás de la decisión inicial de mantener la actuación. Nadie es tan estúpido como para no saber que, a la larga, el local podría haber perdido mucho más de lo que habría ganado celebrándola esa noche, y no creo que precisamente un gerente que ha mantenido un negocio durante veinte años sea estúpido. Entonces, ¿que hay detrás?

Dese hace tiempo, corre el rumor entre las fuentes entro del circuito musical anteriormente citadas de que el señor Valenzuela ya no controla el negocio en su totalidad. Hay un misterioso socio poniendo dinero. Hasta este punto puede resultar comprensible. Desde la implantación del 21% del IVA, la situación por la que atraviesan la salas de conciertos (al igual que otros locales culturales) de la ciudad de Valencia es, por decirlo suavemente, muy, muy complicada. Más de un propietario reza para que aparezca, como agua de mayo, algún socio dispuesto a poner pasta en el negocio en tiempo de necesidad. El problema es si eso implica caer en el todo vale, porque los socios misteriosos pueden tener otros socios misteriosos, con contactos misteriosos, amigos misteriosos, e intenciones misteriosas, lo cual me lleva a pensar que el problema puede ser más profundo.

Históricamente, en tiempos de crisis económicas, el capitalismo ha echado mano del fascismo para mantener el orden social a través del miedo, una vez ha fallado el recuso de la manipulación mediática. Los grupos fascistas, que parecen vegetar del mismo modo que células durmientes, no surgen de forma pública de repente de un momento a otro, como por casualidad. Grupos políticos y económicos de derechas les financian, organizaciones legales y judiciales les amparan y protegen, utilizándoles como brazos armados, una vez se sienten temerosos de perder su estatus a merced de un estallido social . Todos tenemos en la mente los grupos fascistas recorriendo las calles atemorizando y agrediendo a inmigrantes, homosexuales, y a cualquiera que no muestre miedo y sumisión. Pero para eso, hace falta un paso previo: crear un contexto ideológico.

Para crear ese contexto, hace falta propagar las ideas en páginas de libros, en salas de teatro, en salas de conciertos... mientras son apoyados por intelectualidad y medios de comunicación afines. El objetivo es arraigar en un subconsciente colectivo que busca un responsable a su estado de miseria y desesperación. Un culpable al que sea posible batir, ante la imposibilidad de derribar a los etéreos, inaprensibles e imbatibles poderes fácticos. Voila: El poder ha desviado la atención, y el pueblo tiene sus cabezas de turco.  La herramienta que ha posibilitado el milagro es el fascismo. Y esos grupos fascistas financiados, a través de intermediarios, siempre intentarán presentarse como tabla de salvación de editores, promotores, propietarios de salas, y gestores culturales en general en una situación desesperada, que  tal vez crean que la cosa no va con ellos, que pueden mirar hacia otro lado mientras puedan sobrevivir.

Ignoro si el gerente de Black Note se ha visto o no con las manos atadas en todo esto asunto, ignoro si sabía donde se metía o no, aunque eso no le justifica. En la desesperación por continuar con su negocio a toda costa, se ha convertido en el enfermo de gangrena que por salvar el pie acaba pegándose un tiro en la sien. Creo que el concierto del Black Note ha sido un globo sonda, un experimento para comprobar el nivel de tolerancia de la gente antes de enfrentarse al fascismo. Y de lo que estoy seguro es de que lo volverán a intentar, en otro momento y lugar cercanos, de una forma mucho más sutil e inesperada. Para ellos es fundamental crear un caldo de cultivo, un contexto propicio, y por eso no van a faltar serpientes a la vuelta de la esquina tentando con un montón de manzanas. Por eso, aunque no nos toque directamente, aunque creamos con que basta no ir a tal concierto, no ir a tal obra, o no leer tal libro, no podemos mirar hacia otro lado. Porque se cancele o no, esto no acaba con el concierto del Black Note. Esto acaba de empezar.

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